Los artistas no deben pensar en el policía que llevan dentro, sino en hacer su trabajo.

Entrevista con Rick Prelinger

Mattin


Del 24 de junio al 6 de julio, se celebró en Bilbo y Donostia el taller sobre la copia y el apropiacionismo Copy Your Idols!. Organizado por Periferiak y Audiolab, se cerró con la intervención de Rick Prelinger, coordinador de los Prelinger Archives y parte del comité editorial de Internet Archive, el mayor repositorio de contenidos con licencias libres en la red.


Rick Prelinger fundó en 1983 los Prelinger Archives con el objeto de preservar y facilitar el acceso a un tipo de cine efímero en peligro de desaparición. Este archivo , que cuenta con más de 60.000 películas producidas en su mayoría en los Estados Unidos, acoge material de naturaleza diversa, entre otras, películas caseras, educativas y promocionales. Frente a archivos similares, su particularidad más llamativa reside en que permite e invita a sus usuarios a reutilizar el material archivado gracias a las licencias libres y el principio de dominio público, aquél bajo el que se acoge la producción intelectual que queda fuera del copyright y las patentes. Un ejemplo de este uso es Panorama Ephemera, la película del mismo Prelinger que éste presentó en la sala Koldo Mitxelena en Donostia el pasado 6 de julio. En ella muestra las contradicciones y problemas de la sociedad americana mediante material cinematográfico, todo él reapropiado.


M: Cuando habla de cómo con la copia el artefacto gana valor, ¿a qué tipo de valor se refiere? ¿al cultural o al económico?


R.P.: Me refiero a los dos, aunque el económico es más fácil de entender. Cuando trabajaba para HVL, que es propiedad de Timelife, una vez pregunté a ver cuál era la imagen que más dinero les había proporcionado. Me respondieron: Sin duda, la del público en el cine con las gafas de 3D. Esta famosa imagen ha sido copiada y pirateada y, de hecho, es la portada de La sociedad del espectáculo, el libro de Guy Debord. Cuando una imagen o un sonido está en todas partes, aumenta su valor y, aunque el dinero no cambie de manos, su valor cultural es de primer orden. El principio de ubicuidad para mí es equivalente al de valor.


M: ¿Qué le parecen las licencias Creative Commons (CC)?


R.P.: Admiro a Lawrence Lassig pero, a fin de cuentas, las CC no dejan de ser un proyecto reformista que sirve para que el copyright funcione mejor. Debemos situar la cultura más allá de la propiedad intelectual, no enfocarla a la noción de dinero sino a las de regalo, respeto e intercambio. Pensar en cómo se distribuye la cultura es el primer paso para pensar en cómo se distribuye la propiedad. En este sentido, trabajar en el ámbito de la cultura puede ser subversivo y tener mucho sentido.


M: Entonces, ¿qué opina sobre la relación entre la ley y la cultura?

R.P.: Tengo muchos problemas con la ley del copyright. Porque, obviamente, el copyright se originó como una forma de censura. En Inglaterra, con el copyright el rey podía tener el control sobre las publicaciones subversivas, al igual que hizo la Iglesia. Así, el copyright fue protegiendo los monopolios y creciendo a medida que también lo hacía el capitalismo. Los artistas, escritores, profesores y el público en general nunca se han sentado a decidir qué tipo de copyright les gustaría tener.


M: ¿Nos podría hablar del dominio público tan importante para sus archivos, y el Internet Archive?


R.P.: La idea del dominio público es muy importante, incluso en el caso de que no tuviéramos copyright o tuviéramos un copyright diferente. El dominio público es un espacio utópico, un espacio donde la experimentación infinita es posible y donde no existe el concepto de propiedad. Me gusta pensar en la propiedad intelectual en términos similares a los que se utilizan en los ámbitos medioambientales, como una noción de la preservación de lo que se conoce como 'propiedad intelectual'. Un lugar que pertenece a todo el mundo, donde las obras puedan preservarse físicamente y hacerse disponibles a todo el mundo. En otras palabras, mirar al archivo en términos de conservación medioambiental, donde las especies y las obras son preservadas. Creo que es muy importante que el artista deje de pensar en la ley. Me llegan muchos e-mails de gente preguntando: 'Estoy haciendo mi primera película, ¿tendré problemas si utilizo la obra de otra persona?'. Los artistas no deben pensar en el policía que llevan dentro, sino en hacer su trabajo. Si queremos ganar nuevos territorios, si queremos a ampliar el espacio disponible, no podemos pensar en pedir permisos. Simplemente, tenemos que hacer cosas. El mundo del arte se ha apoyado siempre en la reutilización del trabajo de otros artistas. Y con esto no me refiero al top-manta, gente delante del Corte Inglés vendiendo DVD-s pirateados. No tenemos que dejar contaminar nuestro espacio con estas ideas, porque no tienen nada que ver con el arte. Todos sabemos que el copyright hace muy poco para proteger a los autores. Hoy en día el copyright protege ciertos modelos de negocio, pero incluso estos modelos están anticuados.


M: ¿Cuál cree que será el futuro del archivo en Internet?


R.P.: Internet es un atajo para el acceso a la información. La gente siempre ha hecho este tipo de cosas, ya sea a la hora de imprimir un fanzine o cuando monta un pequeño club en el que se reúne para hablar sobre maquetas de trenes una vez al año. Internet hace que esto sea más fácil, pero no es un archivo. El archivo no sólo permite el acceso al material, también tiene que ver con la preservación. Y esto no ocurre necesariamente en Internet. Sería muy interesante que la función del archivo estuviera descentralizada. Esto ya está sucediendo en la cultura de fans, por ejemplo, con el material basado en Machinima (www.machinima.com). Los fans pueden dejar sus copias en el archivo de Machinima, pero también se las pueden quedar ellos. Mucha gente tiene teorías de cómo el archivo podría existir en la red misma. Si los bits están constantemente de un lado para otro, entonces el archivo estaría siempre en la red y no tendríamos que depender de los discos duros físicos. Ésta es una cuestión social. Los archivos siempre han dependido de un consenso social, ya sea con el rey, con el legislador o con el público que paga el dinero. Este consenso social en estos momentos está siendo cuestionado y una de las razones para ello es que el acceso es muy malo. La Biblioteca Nacional de Sarajevo fue incendiada así como una gran parte del patrimonio nacional palestino. Se quemaron y tiraron vídeos por la ventana y los israelíes bombardearon la sede de la televisión palestina. No debería ser difícil tener unos discos duros en alguna parte.


M: Y, para terminar, ¿cuál cree que será el papel de la cultura?


R.P.: Muchas veces el arte existe porque no ofende ni molesta a nadie. Las instituciones culturales continúan funcionando siempre que sean inocuas y no amenacen el status quo. En cuanto lo hacen, se les deja de subvencionar. Mucho de lo que hacemos sobrevive porque no ofende a nadie. Sería interesante ver qué pasaría si hubiese más activismo cultural. Tenemos tiempo para preocuparnos por esto. Vivo en un mundo de post-escasez, más que otra gente; llevo una vida de clase media alta gracias a que vendo stocks de películas. Sólo trabajo media jornada y esto me da mucha libertad. Así puedo pagar los 18.000$ que cuesta mantener los Prelinger Archives. Pero esto podría desaparecer en cualquier momento. Me gustaría ver cómo el remix sobrevivirá en periodos de amenazas ecológicas o escasez masiva. En otras palabras: ¿es el remix el arte del exceso porque tenemos muchas sobras? O ¿es de hecho Arte Povera? Yo creo que es las dos cosas. ¡Tenemos que pagar mucho más dinero por camisetas con agujeros!