LAS MULTITUDES SON UN ESTORBO1

 

 

 

              A finales de abril Tony Negri vino a Madrid y habl— con mucho entusiasmo  del 13 M como "La Comuna de Madrid", un claro ejemplo del concepto de "multitud"[1] en acci—n, conjunto de singularidades que se reunen en un momento decisivo sin tener que atenerse a ninguna sigla, partido o identidad  concreta. Esta multitud demuestra que f‡cilmente puede ser recuperada para ciertos fines (en el caso del 13 M como una estrategia politica empujada fuertemente desde el grupo PRISA hacia la direcci—n de un partido: PSOE), o en el caso aœn mas patŽtico de las manifestaciones contra la Guerra de Irak, s’ que hubo muchisima gente y tal vez muchisimas  ideas pero con la imaginaci—n insuficiente para demostrarlas fuera de  manifestaciones convencionales. Todos sabemos que estas manifestaciones no fueron muy lejos.  La ambivalencia de la multitud, tan peligrosa como poderosa, puede llevarnos a momentos de intensa resistencia y al conformismo m‡s reaccionario.  Por su naturaleza, la multitud encuentra dificultades pera crear constancia , tambien esto va en contra de su manera de ser ya que bajo esta constancia se estaria definiendo una identidad.  Como ya hemos comentado  la  potencia  de la multitud puede ser facilmente recuperada y utilizada para servir a ciertos intereses: bien encajar dentro de estrategias politicas o en conceptos te—ricos de moda. Por tratar de dar la maxima visibilidad a sus acciones, la multitud puede llegar a perder el control sobre su propia representatibidad. Pero aqui estamos jugando al juego de los medios de comunicaci—n, en el cual de nuevo la constancia pierde cualquier tipo de efecto.

La multitud, siendo utilizada por otros, gana una identidad no deseada; y es aqui donde reside el problema, en la incapacidad de esta multitud para responsabilizarse  de sus actos, para coger las riendas de sus acciones.

 

El concepto de multitud va dejando paso a otro m‡s constante con el cual mucha gente hoy en d’a se puede sentir identificada, que es el de precario. Si la ambivalencia de la multitud estaba menos definida y es m‡s fluctuante, la ambivalencia del precario es su condici—n de vida. Un momento estamos trabajando y al siguiente tratando de romper esa cadena de trabajo. Esto no puede llevarte m‡s que  a pensar de una manera esquizofrŽnica, a sabiendas de que por mucho que estes resistiendo hoy, no olvidas que en un dia, un mes, o un a–o volver‡s a estar trabajando.

 

 

 

 

ÀC—mo puede uno expresar su singularidad de la manera mas singular y a la vez estar en comunicaci—n con otros?

 

Paolo Virno en el libro ÒGram‡tica de la multitudÓ comenta c—mo el lenguaje se ha convertido en eje central del trabajo, en herramienta de trabajo.

 

"En los procesos de trabajo contempor‡neos, hay constelaciones enteras de conceptos que funcionan por si mismas como "m‡quinas" productivas, sin necesidad de un cuerpo mec‡nico, ni siquiera de una peque–a alma electr—nica. Es un error comprender tan s—lo o sobre todo la intelectualidad de masas como un conjunto de funciones: inform‡ticos, investigadores, empleados de la industria cultural, etc. Mediante esta expresi—n designabamos m‡s bien una cualidad y un signo distintivo de toda la fuerza de trabajo social de la Žpoca postfordista, es decir la Žpoca en la que la informaci—n, la comunicaci—n juegan un papel esencial en cada repliegue del proceso de producci—n; en pocas palabras en la Žpoca en la que se ha puesto a trabajar al lenguaje mismo, en la que Žste se ha vuelto trabajo asalariado - tanto que "libertad de lenguaje" significa hoy ni m‡s ni menos que abolici—n del trabajo asalariado".

 

Entonces, Àc—mo podemos encontrar Òla libertad del lenguajeÓ?

La mœsica improvisada es una busqueda de esta libertad ya que constantemente se mueve alrededor de un lenguaje que no se puede establecer, solidificar ni institucionalizar. Su naturaleza ef’mera y a la vez  necesitada de otros ( para tocar y como publico) incorpora nociones pol’ticas.

 

ÒLas artes que no realizan ninguna <<obra>> tienen una gran afinidad con la pol’tica. Los artistas que las practican Ðbailarines, actores, mœsicosÐ necesitan de un pœblico al que mostrar su virtuosismo, as’ como los hombres que actœan [politicamente] tienen necesidad de un espacio con estructura pœblica; y en ambos casos, la ejecuci—n depende de la presencia de los otros.Ó2

 

 

              Es  por esto que es necesario encontrar nuevas formas de lenguaje, en el caso de la mœsica improvisada, experimentar con tu instrumento y  llegar a zonas donde estipuladas previamente ciertas reglas, Žstas se rompen dando paso a la convulsi—n de tus deseos. Es importante profundizar abriendo nuevas grietas en las maneras convencionales de tocar, encontrando nuevos aliados en esa busqueda, as’, la mœsica improvisada es capaz de abrir posibilidades  para llegar a comunicaciones donde  no se trata de alcanzar acuerdos o  acabar canciones  sino de  destripar las marginadas condiciones  materiales del instrumento.

Marginadas y esterilizadas por  fabricantes de instrumentos y mœsicos que no centran su actividad  en  dar  rienda suelta a sus deseos sino en cumplir una funcionalidad en la cadena de montaje de la industria cultural.

 

 

              En la improvisaci—n es el deseo el que mueve a los individuos, que de primeras ya se saltan las reglas como bien explica Bruce en su texto. Estos deseos no son inculcados por estructuras del conocimiento, en otras palabras, por estructuras de poder previamente concebidas sino que se dejan atr‡s para sacar partido a los intereses particulares de cada individuo. Estos intereses no son m‡s que la intesificaci—n de cada momento a la la hora de interactuar con tu instrumento, mœsicos , pœblico y espacio.

El que en cada momento todo estŽ en juego y no haya miedo de defender o salvaguardar secretos o trucos. Compartir toda tu creatividad ininterrupidamente.

 

 

1 Eskorbuto

2 [1] Hannah Arendt ÒEntre el pasado y el futuro. Seis ejercicios de pensamiento politicoÓ. P.206.

 

 

Mattin

Bilbao, Julio 2004